domingo, 7 de noviembre de 2010

Convivencia escolar: "Un desafío de la tarea educativa actual" Por Ricardo Salgado Torres.

1. ¿Cómo se puede lograr un buen ambiente al interior del colegio, que permita que los alumnos estén motivados a aprender?
Pocos se preguntan como hacer la paz si no se encuentra en una situación de guerra. Por lo mismo, la pregunta de cómo lograr un buen ambiente escolar implica de alguna manera que este no es todo lo sano que quisiéramos.El aprendizaje de la convivencia (aprender a vivir con otros) en el colegio, es definido por la Unesco como uno de los desafíos centrales de la tarea educativa actual, de tanta relevancia como el aprender a conocer y, por tanto, su reducción a un mero instrumento al servicio del aprendizaje cognoscitivo, plantea una mirada limitada sobre la convivencia: ésta tiene valor en si misma, en el que uno de sus beneficios puede ser la motivación para aprender.Una segunda precisión, es que la generación de un buen ambiente de convivencia no es "algo que se hace" con los alumnos, sino que involucra y afecta a todos los subsistemas del sistema educativo: tiene que ver con las relaciones entre alumnos, entre profesores y alumnos, las relaciones de los profesores con los otros estamentos adultos del sistema, considerando también las relaciones de los docentes con la estructura directiva del centro. Es contradictorio tratar de enseñar a los alumnos a convivir en un buen ambiente, mientras los profesores entre sí establecen malas relaciones o la estructura directiva del establecimiento está en permanente disputa con los docentes.Una tercera precisión dice relación con que ésta construcción de buen ambiente, definido como clima social nutritivo según la profesora Milicic, implica la idea de proceso continuo: no es algo que se logra como meta, sino una búsqueda permanente y dinámica que responde al ritmo de la vida del centro educativo.
2. ¿Qué estrategias existen para construir un ambiente escolar positivo?
Mas que estrategias especificas, las que deben ser construidas siempre de acuerdo a la realidad de los centros, es necesario hacer opciones de proyecto. Opciones que implican un cambio de paradigma educativo desde lo meramente instructivo a una educación para la vida. Lo anterior implica una reflexión crítica y permanente de los educadores sobre el tema para asegurar la coherencia ética entre el proyecto de convivencia del centro y las relaciones entre los actores educativos, principalmente desde y entre los adultos. Un segundo elemento es la consideración de la convivencia y el buen trato como un objetivo transversal, que permea desde el saludo de ingreso hasta el adiós del egreso.
3. ¿Cómo se puede llegar a una buena relación profesor-alumno? y ¿Cómo se logra transmitir valores y virtudes a los estudiantes?
Si aceptamos que el aprendizaje de la convivencia es un aprendizaje por modelos y junto con ello que la construcción de una buena relación profesor-alumno es responsabilidad de todos los involucrados, también de los alumnos, no debemos olvidar el carácter diferenciado de esta responsabilidad. Quiéralo o no, el docente no solo entrega conocimientos, su sola presencia y comportamiento cotidiano ayuda a la construcción de la imagen de si mismo del niño. Por ello, en la medida que el docente asume con los niños relaciones de respeto, apoyo, calidez, confianza y responsabilidad , no solo influyen sobre la autoestima y sentido de competencia de sus alumnos, sino sobre el sentido de pertenencia y respeto de los niños hacia su unidad educativa y sus educadores, todos elementos que favorecen la relación profesor-alumno y un clima escolar nutritivo para las personas. Se puede enseñar a los alumnos el concepto de respeto, ejemplificarlo y contar historias al respecto, pero ello no es suficiente si carece de modelos vivos que le enseñen a respetar y ser respetado.
4. ¿Cómo pueden los profesores tratar a los alumnos que son más indisciplinados y que les cuesta seguir órdenes; en definitiva, a aquellos que les es difícil la convivencia con otros?
La proporción de niños con trastornos de conducta social, definidos como indisciplinados, que no siguen órdenes o que les cuesta la convivencia con otros, cuyo origen estriba en su biología es muchísimo menor que la proporción detectada en los ambientes escolares respecto a los niños con problemas de conducta.Una lectura que hace comprensible esta desproporción, radica en que la mayoría de los niños y niñas, independientemente de su clase social, han recibido en sus cortas vidas lecciones concretas de violencia, sea física, emocional o sexual. Si otorgamos algún valor a los datos de las encuestas sobre maltrato infantil , es claro que casi el cincuenta por ciento de nuestros alumnos han vivido estas experiencias, uno de cuyos indicadores de traumatización son precisamente los problemas de conducta y la agresividad. Aún más, no es necesario que un niño viva experiencias personales de violencia para que ello afecte su vida, el mero ser testigo de violencia (entre sus padres, o en su ambiente social) puede ser tan dañino como vivirlo en carne propia.Por otra parte, los mensajes de la cultura y los medios de comunicación permean la mente de los niños, y nadie puede negar que nuestra cultura privilegia la violencia como elemento de entretención y de resolución de conflictos. Quizás entonces, el primer paso del docente para tratar a estos niños no es distinto que el que debe seguir con todos los niños: Visibilizarlos como personas, conocer sus historias personales e interesarse por sus vidas. Así, está cimentando a través de una relación de buen trato y respeto una capacidad de discernimiento que le permitirá distinguir cuando un niño es agresivo desde el dolor de aquel que lo es desde su biología. Y más importante aún, estará estableciendo con los primeros una acción reparatoria que a largo plazo será beneficiosa para el niño.Obviamente, un camino tradicional consiste en el método punitivo: ahorra energía psicológica y es más efectivo a corto plazo.
5. ¿Cómo se puede incorporar a los padres en el colegio. Cómo hacer que se involucren con el establecimiento, con la línea que éste tiene y con la educación que le da a sus hijos?
Entendido que hay cambios sociales que explican en parte la dificultad de la incorporación de los padres al colegio, tales como el creciente numero de mujeres incorporadas al trabajo y la aún extendida costumbre que la preocupación de la educación de los hijos es tarea de las mujeres, esto sumado a las extensas jornadas laborales de los hombres para mantener un nivel de ingresos aceptable, hay otras consideraciones que deben ser revisadas para lograr incorporar a los padres al colegio: si una persona va de visita y se aburre, o solo lo retan, es legítimo que trate de repetir la visita lo mínimamente necesario.Por eso, asumir el trabajo, porque ello implica un gran esfuerzo, de que los padres participen más activamente desde la perspectiva del colegio en la educación formal de sus hijos, requiere que la escuela se vuelva un espacio amable, abierto a la comunidad, donde la participación de los padres no se reduzca a asistir cuando le citan, sino donde sus ideas, propuesta y actividades sean consideradas como relevantes también. Un espacio donde se sienta invitado y no obligado. Sin embargo, tampoco debemos olvidas que en la estructura de consumo actual, muchos padres están comprando un servicio: la educación de sus hijos, del mismo modo que compran los servicios de la nana, por lo que por muchas buenas ideas del colegio, estas no serán eficaces si no considera el modo de pensar y la ideología de los padres de sus alumnos.
6. ¿Cómo evitar la agresividad entre los alumnos y la que se da entre alumnos y profesores?
La agresividad no es necesariamente una tendencia maligna, compartimos con los animales la fuerza vital para lograr metas, defender de las amenazas, en fin, existe una agresividad al servicio de la vida. Sin embargo, esta misma agresividad cuando irrumpe en el espacio de los otros enmarcada en el abuso de poder en cualquiera de sus dimensiones y ya no está al servicio de la vida, es lo que generalmente llamamos violencia.Aceptando esta diferencia entre agresividad y violencia, queda claro que la violencia acompañará, aunque no lo deseemos, el quehacer educativo, por cuanto no depende solo del clima generado en el colegio, sino también del espacio contextual (familiar y cultural) no solo de los alumnos, sino de todos los participantes en la cotidianeidad escolar. Lo anterior, de ninguna manera implica que debemos resignarnos a vivir con ella al interior de los colegios, pero tampoco implica que podemos deshacernos de ella totalmente.Dicho lo anterior, la promoción de espacios de buena relación, o promoción de la convivencia es el camino que debe asumir las escuela para atenuar la violencia en sus aulas (entre pares, así como entre profesores y alumnos).Dado que este propósito es a largo plazo, y la violencia está presenta aquí y ahora, los docentes ante la irrupción de la violencia necesitan mantener una distancia óptima que señales su presencia, más que establecer una vigilancia y control. Por otra parte, también necesitan asumir que en los casos de agresiones, ellos tienen la responsabilidad y la capacidad de intervenir. Establecer espacios de reflexión con los involucrados luego de lo sucedido , donde el escuchar tiene privilegio antes que el sermonear, de modo que la experiencia se convierta en aprendizaje. Dado que también es aprendizaje el que cada conducta conlleva consecuencias, también es necesario sancionar. Pero las sanciones serán adecuadas si han sido antes consensuadas con los actores a través del proyecto educativo. Por otra parte, incluir en ella la reparación del daño causado. Ello no implica que aquí no ha pasado nada, sino que a partir de lo ocurrido se construye un nuevo estado.Por último, el docente necesita aprender permanentemente sobre violencia y sus manifestaciones, pero por sobre todo, trabajar las propias violencias. Si es ciego a la realidad de que la violencia no es algo que el otro ejerce, sino una potencia que puede desatarse (y se ha desatado, seguro) también por nosotros, podrá reprimir, pero no contribuirá a una cultura de buen trato, no violenta. Solo será más de lo mismo.

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