miércoles, 27 de octubre de 2010

Desentrañando la mística del normalismo. Los tiempos del nacimiento del jardín de infantes.

Entrevista a la Prof. Norma Fernández Doux*
En base a su trabajo sobre documentos del Archivo Histórico de la
Escuela Normal “José María Torres” de Paraná (AENP), y otras
fuentes, la investigadora ofrece un completo cuadro del escenario
donde, por primer vez en Sudamérica, un estado nacional abrió un
Jardín de Infantes (año 1884).

Esta entrevista tuvo lugar en Paraná (Entre Ríos), el 7 de octubre de 2005.
Entrevistadores: Rosana Ponce y Daniel Brailovsky

¿Cómo es el abordaje que realiza acerca del Normalismo?
Me dedico a estudiar el Normalismo paranaense, haciendo un recorte sobre el
mapa de nuestra extensa geografía nacional, dada la amplitud del tema
“normalismo argentino” y los muchos matices que expresó en su ciclo de más de
cien años de existencia, a pesar de lo cual, es dable reconocerlo como el único
movimiento que hasta hoy, instaló una cultura en la formación del magisterio, con
fuertes rasgos éticos y estéticos a nivel público y privado.
Me atrevo a pensar, desde esta mirada, al Normalismo como cimiento del sistema
educativo argentino. Aquí, en Entre Ríos, es casi la coronación de una serie de
esfuerzos que rastreamos desde la época del Gral. Francisco Ramírez, en 1820, con
el “Reglamento para la República Entrerriana”, texto que contiene varios artículos
dedicados a la educación. Fue todo un precedente para futuras legislaciones,
aunque no siempre lo tuvieron en cuenta, siendo que, debemos recordarlo, las
provincias se constituyeron antes que la Nación, y la mayor parte de valiosos
antecedentes están en ellas, como experiencias, ensayos, intentos de poner en
práctica sistemas, métodos, reformas, planes, discutidos en contextos provinciales
que remiten a nombres y producciones concretas en las provincias, y sobre los que,
luego, la Nación ha creado legislación.
Esto sucede en el caso del Normalismo. La gestión presidencial de Sarmiento y
el apoyo de Nicolás Avellaneda posibilitaron que se llevara adelante la propuesta
Normal en jurisdicción nacional; pero la necesidad de formar preceptores, ya venía
trabajándose en Entre Ríos desde la década de 1840. Puede decirse,
sintéticamente, que el sueño de Urquiza lo posibilitó Sarmiento y, ese núcleo, es
uno de los que me interesa abordar desde la lectura de nuestros archivos.
Este enfoque rescata la importancia del temprano siglo XIX, frente a tantos
enfoques historiográficos que hacen nacer la educación argentina a partir
de la sanción de la Ley 1420…
Había cosas que sucedían desde mucho antes. Lo referente a la formación del
ciudadano nos remite a la generación del ´10. Si leemos a Moreno, a Belgrano, a
Gorriti, está claramente presente, y así ha sido estudiada. De igual modo, si
hacemos una historia de la educación en la Provincia de Entre Ríos, e indagamos en
los textos y dichos de Ramírez, Echagüe, Urquiza y otros, en todo momento se
encuentran inquietudes educativas llevadas al documento. Cuando Urquiza llega al
poder como Presidente de la Confederación Argentina, ya tiene una tradición
detrás. En su tiempo, posibilitó que el país tuviera una Constitución y es lógico que
apoyara la formación para la vida ciudadana.
Creo que es necesario ser justos con la historia y reconocer los muchos
esfuerzos previos a la Ley 1420, con todo su valor de antecedentes y, a la vez,
valorar la “puerta” legal que abre esa ley para las instituciones surgidas y por
surgir.
Junto con la Lic. Stella Maris Goudard de Rudminsky** estamos estudiando
estos temas, basándonos en preguntas como: ¿qué pasó luego del Decreto de 1869
por el que Sarmiento solicita al Congreso Nacional que se autorice la fundación de
dos escuelas normales?. Este proyecto de 1869 se precisa, luego, en el de 1870,
diciendo que se creaba una Escuela Normal en Paraná. ¿Cuál es la causa de la
elección del lugar? ¿Qué nuevas inferencias podrían realizarse sobre la triangulación
Urquiza-Sarmiento-Torres? ¿Qué red es posible pensar entre la Escuela Normal de
Paraná (1871), la Escuela Normal de Maestras de Concepción del Uruguay (1873 –
jurisdicción provincial; 1876 - jurisdicción nacional), con plantel internacional de
profesores e interprovincial de alumnos, y la Escuela Normal de Tucumán (1874)?
Lugar destacadísimo para Entre Ríos, con la primera Escuela Normal de
jurisdicción nacional y la primera Escuela Normal de jurisdicción provincial ( ¡y de
Maestras!). Y todo está ocurriendo antes de la sanción de la ley de 1884, a la que
Entre Ríos aportará, durante los debates parlamentarios, en su carácter de
auténtico laboratorio educativo.
Suele decirse que el anhelo de Sarmiento era instalar escuelas en San
Juan.
Sí, pero las condiciones de la Provincia de San Juan no lo permitían; eran tiempos
de gran convulsión allí, además de las distancias y peligros potenciales y reales
durante el viaje desde Buenos Aires, lo que hizo naufragar por un tiempo el sueño
de la “pepinera” sarmientina.
Es, entonces, en ese contexto, que se fundan las primeras Normales.
Sí, existían además Escuelas de Preceptores, que funcionaban anexas a los
Colegios Nacionales; entre ellas, por ejemplo, la que funcionaba anexa al Colegio
de Corrientes, bajo la dirección de Santiago Fitz-Simon, con una primera promoción
en 1875. Hay, entonces, denominaciones genéricas que deben ser precisadas en el
discurso. En los documentos hay cuestiones de fondo, que hace necesario precisar
cómo era concebido el proyecto que gestionaba Sarmiento desde sus comienzos.
Es indudable que la Escuela Normal de Paraná fue un verdadero laboratorio:
muchas de las cuestiones que se discutían por primera vez aquí, serán retomadas
en una segunda instancia, y por los mismos actores, luego, cuando se discuta la
Ley 1420. Pensemos que los trabajos sobre esto habían comenzado
tempranamente, con los antecedentes que he mencionado desde 1869 ; y la Ley
será, recién, de 1884.
Es decir que, cuando se aprueba la Ley 1420, estas escuelas ya tenían muchos
años de fundada y de trabajo realizado. Cuando José María Torres propone y
sostiene la necesidad de rentas propias para las escuelas, sabía de qué hablaba.
Así, con relación a los otros temas, tómese el caso de Clementina Comte de Alió
(Directora de la Escuela Normal de Maestras de Concepción del Uruguay). Tanto
Torres como Alió, entre otros, conocían las necesidades de que hablaban, pues
habían padecido su carencia, a través de muchos años de gestión en las
instituciones Normales.
¿Qué otras influencias extranjeras o nacionales, como el caso de las
escuelas graduadas, convergieron en el Normalismo paranaense?
Una vez creadas, las escuelas graduadas dependían de la Provincia y, por lo tanto,
de lo que ésta podía hacer. El proyecto Normal no tomó nada de allí; fueron cosas
independientes. Pero, al poco tiempo, como muchos de los egresados de la Escuela
Normal comenzarían a ocupar cargos en la docencia, obviamente, el espíritu en el
cual se habían formado comenzará a influir en el sistema educativo provincial. Lo
mismo podría decirse con relación a los Normalistas que ocuparon cargos
jerarquizados en el gobierno.
Cuando el Normalismo llega, lo hace con un plan hecho, que toma mucho del
exterior. No olvidemos que el propio José María Torres se había desempeñado como
Vice-director de la Escuela Normal de Málaga; como miembro de la Comisión
Examinadora de Maestros; como Inspector de Instrucción Primaria en las Provincias
de Alicante y Cádiz; como promotor de la creación de escuelas de párvulos,
elementales, superiores, de adultos, de escuelas normales de maestros, de la
primera Escuela Normal de Maestras que se estableció en España; y como
Inspector de Primera Clase con sobresueldo en Madrid; todo ello, cuando llega a
Argentina, en 1864, y a Paraná, como Director interino de la Escuela Normal, en
1876. Es decir, que no se trataba de personas que venían a hacer una experiencia
inicial, sino de personas que tenían una experiencia realizada.
La experiencia norteamericana, la que traían los distintos directivos de sus viajes
por el exterior, las observaciones de Sarmiento en Francia, los aportes de la
pedagogía moderna… , todo ello confluye en un determinado proyecto, y esas
múltiples influencias siguen siendo puntos de partida de debate.
¿Un plan norteamericano, un plan francés?
Yo creo que se nutre de diversos hontanares.
De la década de 1830 hay un expediente provincial breve, en cuanto a su
extensión, que habla de una cuestión que estaba siendo presupuestada para la
llegada de un grupo a Paraná (vía Montevideo): eran maestras que venían a
hacerse cargo de escuelas de primeras letras. Esto muestra que, al menos en Entre
Ríos, la práctica de traer gente formada desde el exterior se manifestaba como
necesidad, mucho antes de lo que se cree.
En el Archivo Histórico de Entre Ríos (AHER) existe un repositorio de Hacienda.
Allí, aparecen algunas experiencias previas. Urquiza, por ejemplo, expresa en un
documento de su puño y letra, preocupaciones sobre la necesidad de subvencionar
alumnos para que pudieran continuar sus estudios, ya sea en Córdoba, en Buenos
Aires; en carreras como Medicina, Derecho o el sacerdocio. Incluso beca, por
primera vez, para realizar estudios en Italia, al joven León Sola, en el arte de la
escultura, como demostró la historiadora Beatriz Bosch.
Como puede verse, el tema de las becas, del cual quedan muchos documentos,
encuentra ya en Urquiza Gobernador una preocupación sostenida.
¿Cómo se conjugan el Normalismo y la política, o mejor, cómo se
materializa en políticas el proyecto educativo del Estado? ¿Qué pasa con la
dicotomía tradicional argentina entre civilización y barbarie?
Tiene muchas connotaciones políticas, evidentemente, porque a lo largo de todo el
siglo XIX, la educación es un instrumento al servicio de la política, y el Normalismo
es un proyecto político. El director de la Escuela y los profesores son “funcionarios
de Estado”, razón por la cual hay un orden jerárquico que se traduce en distintos
grados de autonomía para la toma de decisiones dentro de las instituciones,
conforme a reglamentaciones aprobadas en organismos centrales.
El seguimiento de los egresados fue una práctica sostenida que se manifiesta en
los documentos de la Escuela. Y allí se ve que los egresados, efectivamente, se
dedican a la docencia en términos generales, ya sean varones o mujeres. Si luego
se dedicaron a la vida política, como Félix Avellaneda y Delfín Jijena (los dos
primeros Profesores Normales, egresados de esta Escuela en 1874), Gustavo
Ferrari (primer director ex – alumno de la Escuela), o Alejandro Carbó (primer
director ex – alumno de esta Escuela, nacido en Paraná), no olvidaron su paso por
la institución Normal, ni dejaron de apoyarla desde sus respectivas gestiones
públicas, en directa relación con el rumbo que tomaría la política educativa
nacional.
Por ello, Normalismo y Política son los términos de una relación necesaria de
revisar. Si uno repara en nombres de diputados, senadores, gobernadores _ de
ciertos períodos _, predominan los egresados de Escuelas Normales, vueltos a sus
provincias de origen y electos para cargos provinciales o nacionales. En esta
relación, también hay una trama económica, vinculada con temas tan sensibles
como las becas. Gran parte de los documentos que conserva el AENP gira en torno
a estas cuestiones. El primer legajo en el que se lee “sin beca” es, recién, de 1877,
y es una excepción en este período. Esto quiere decir que, en sus primeros años, la
Escuela funcionó exclusivamente con becas en su Curso Normal. El tema
económico, en general, ha sido motivo de registros constantes. Las propias
maestras norteamericanas pocas veces cobraron lo que se les había prometido. El
tema del financiamiento está ya en notas de Torres a Stearns, donde se señala que
para acondicionar el edificio, que había sido sede del Gobierno de la Confederación
(1854-1861) _ destinado en 1871 para la instalación de la Escuela Normal de
Paraná _, había que invertir algún dinero, respondiéndose, en cada caso, que sólo
había fondos para lo “imprescindible”, y esto continúo sucediendo… hoy, y desde
antes, desde “antes de ayer”, para parafrasear el nombre del Proyecto web al
destinamos estas reflexiones.
Respecto de la dicotomía civilización-barbarie, ya mencionada, el tiempo fue
transcurriendo, las generaciones sucediéndose y, los descendientes de antiguos
caudillos y soldados serán alumnos de las escuelas creadas por Sarmiento. Algunos
intelectuales plantean casos paradigmáticos, como Rosario Vera Peñaloza, posición
que no comparto, en principio.
Pero, si sucedía entonces que los egresados de la Normal se dedicaban a
la política, el proyecto también suponía la formación de dirigentes.
Creo que una anécdota, acerca de Manuel Pacífico Antequeda, puede ilustrar ese
aspecto. Este joven mendocino becado, Normalista recibido en Paraná con el título
de Profesor Normal en 1879 y distinguido con la Medalla de Oro de su promoción
fue, entre otros cargos, Director General de Escuelas de la Provincia de Entre Ríos;
creador de la Escuela de Maestros Rurales “Juan Bautista Alberdi”, primera en su
género en Sudamérica. Cuando se celebrara su fiesta de graduación, contando ésta
con la presencia del ex – Presidente Sarmiento, Antequeda pregunta si, teniendo en
cuenta sus méritos, sería posible hacer una excepción a lo normado, en materia de
becas y de reconocimiento del nivel de estudios, para poder ingresar a la
Universidad de Buenos Aires e iniciar, así, su deseada carrera de Derecho. Dicen
que Sarmiento hizo parar la fiesta; se enojó mucho, y pronunció algo que debió
parecerse a: “¿Usted cree que la Nación invierte dinero en formar maestros para
que cuando, por fin los formamos, resulte que el mejor de ellos quiera ser
abogado?”. Es decir que, la formación de maestros era, efectivamente, una
necesidad, por lo que fue justificable la reacción de Sarmiento.
Siempre estoy reflexionando sobre estos temas, porque lo que me interesa
indagar, en realidad, es qué pasa con lo soterráneo, con lo que está por debajo de
los hechos; qué es lo que transversaliza todo esto; cómo es la Argentina educativa
profunda; cuál/es es/son la/s continuidad/es que la atraviesa/n.
Hace poco afirmé, en una conferencia, que lo que permite hablar de cien años de
Normalismo, aludiendo a un período que puede delimitarse entre 1869-1969, es la
mística normal, la idealización a través de los signos, de los logos, de las canciones,
de la representatividad de los profesores, de la recurrencia al mito de los
precursores; a pesar de los cambios que pueden estudiarse a lo largo de ese
período. Como si se dieran dos niveles: uno por debajo, manifestando quiebres,
rupturas, clausuras; otro, sobrevolando, sostenido en la perenne metáfora del
sembrador, “Semper et Ubique”.
Ya en sus comienzos se enfocaba en glorias pasadas…
Es como si, ante las inseguridades e incertidumbres, fuera siempre necesario
volver la mirada hacia aquellos viejos maestros que marcaron el rumbo de “lo que
tenía que ser” el Normalismo. Es una preocupación que se ve en todo momento, a
lo largo del siglo Normalista y, en particular, expresado por referentes notables
durante las grandes celebraciones (1896; 1921; 1946; 1971; 1996; y hoy, 2005).
En el Congreso de Educación de 1921, conque la Escuela Normal celebró los
cincuenta años de su creación, en los debates parlamentarios, en las polémicas
entre Osvaldo Magnasco y Alejandro Carbó en la Cámara de Diputados de la
Nación, en los documentos conservados en el AENP, aparece, siempre, esta
preocupación: “¿Qué dirían los viejos Maestros si se despertaran de su sueño
eterno y vieran qué es lo que hemos hecho con sus Escuelas Normales?”.
Esa mística, expresada, magistralmente, en la “Invocación a la Patria” (1901),
del director Leopoldo Herrera, formó un ejército magisterial renovado,
permanentemente, por distintas generaciones de Normalistas, en el cual muchas
veces se sostuvieron las formas y, otras _ y no sin dificultad, dada la presencia
omnipotente de lo instituido _, se colaron experiencias memorables hasta hoy. A lo
largo del siglo, la mística Normal continuó viva en el imaginario colectivo,
reverenciando el modelo del Maestro y de sus prácticas; y eso fue, en parte, lo que
lo sostuvo.
Sin embargo, en lo que se refiere al Normalismo, esta mística, esta
estética y ética, como decía Ud. al comienzo, en algún momento se cayó…
Pienso que, cuando esa mística que alimentaba el Normalismo cayó, no sólo
impactó en la formación del Magisterio, sino en el sistema educativo. A partir de
los años 30, comienza a observarse ya algo de esto, y aún antes, cuando la Primera
Guerra Mundial puso al descubierto la crisis de la modernidad y la confianza
indefinida en el progreso. La Dra. Celia Ortiz de Montoya insiste, además, en la
disminución de exigencias ya en la primera década del siglo XX, como causa de
deterioro en la formación. Pero, todavía quedaban muchos años por delante de una
cultura muy fuerte, de una impronta llevada hasta el sacrificio, y con ella, la
posibilidad de la alfabetización hasta las zonas más alejadas e inhóspitas del país,
de lo que hay inolvidables testimonios de vida; esos, que hicieron posible que la
escritura de la Ley 1420 se hiciera realidad viva, de la mano de los cruzados
Normales, convencidos de ser portadores de una misión civilizadora.
Nada puede entenderse sólo desde las leyes pensadas desde un escritorio: hay
que comprender esa cultura, esa concepción de la profesión, esas convicciones
acerca de lo que se estaba transmitiendo como saber científicamente fundado; la
responsabilidad de la palabra habitada del maestro/a, autorizada y respetada, tanto
por el alumno como por sus padres; pues, el maestro actuaba en segundo orden,
como formador de las familias de los alumnos y como gestor de muchas de sus
necesidades vitales, en el ámbito urbano y en el rural, del cual la Provincia de Entre
Ríos es un claro exponente por su elevado índice de ruralidad.
Podría decir que la terciarización de la profesión docente, por muchos factores
pendientes de análisis aún, no ha permitido, en una primera mirada global, la
construcción de una nueva cultura docente, capaz de reemplazar, calificadamente,
la poderosa impronta del Normalismo. La Provincia de Entre Ríos ha posibilitado,
recientemente, la formación docente universitaria, a través de la creación de la
Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). Y, entonces, me pregunto: ¿será
posible la formación de excelencia que, alguna vez, distinguió a la profesión?.
¿Cómo entra el Jardín de Infantes en la experiencia Normal?
El Jardín de Infantes se va extendiendo progresivamente, a pesar de que, tanto él
como el Magisterio, fueron considerados gastos innecesarios por muchos
gobernantes. Requería importantes inversiones en material didáctico; personal
especializado del exterior; una organización y un planeamiento particulares; pero,
fue creciendo, lentamente, no sólo en la cantidad de niños que accedían a las
clases, sino en la cantidad de maestras que optaban por esa especialización.
Revisando los registros de las últimas décadas del siglo XIX encuentro que, cada
año, egresaban sólo una o dos profesoras del Kindergarten Normal. La propia
Rosario Vera Peñaloza, según consta en documentos, no optó por el título de
Kindergarteana en la Escuela Normal de Paraná, como muchos estudiosos afirman.
Egresó como Profesora Normal (Promoción 1894). La especialidad en Jardín
comenzó a dictarse en 1886, durante la gestión del Director José María Torres, a
iniciativas de éste, con la eficaz colaboración de Sarah Eccleston.
Rosario se desempeñó como maestra del Departamento de Aplicación de la
Escuela, de acuerdo a una de las exigencias que planteaba la beca que le había sido
concedida por la Nación al ingresar (1893), de la cual resultaba el prestar servicios
en la docencia (octubre de 1895-mayo de 1896). Iniciaba así “su” siembra,
regresando, luego, a La Rioja. Creo que, detrás de su sonrisa, hay una mujer de
hierro: tuvo problemas con autoridades gubernamentales; discutió hasta con
presidentes de la Nación por no retractarse; fue cesanteada, en más de una
oportunidad, pero prosiguió su obra por distintos caminos, y con la misma
dedicación hasta el final.
En estos años, estoy llevando adelante una investigación de archivo sobre su
permanencia en Paraná (1893-1896), y la impronta entrerriana en su formación y
desempeño.
¿Encuentra documentación valiosa en el Archivo de la Escuela?
Encuentro que la mayor parte de los documentos conservados son administrativos,
pero, permiten inferir muchas cuestiones, desde el análisis de lo que nuclea la
obtención de datos: los temas de los que se habla, los reglamentos _ precisando
actuaciones del plantel y alumnos_, las relaciones con éstos y con los padres.
Aparecen referencias a experiencias de extensión, que ya existían desde 1872,
pues, a pedido de un grupo de alumnos, que luego serían algunos de los primeros
egresados de la Escuela, se implementa la Escuela Nocturna, para facilitar el
estudio de los que no podían hacerlo, por razones de trabajo, en horario diurno.
También funcionó un centro dedicado a las ciencias y a las artes, que se llamó El
Ateneo. Asimismo, se conserva el primer plan de formación de Kindergarteanas,
formulado durante la gestión del Director Gustavo Ferrari; cuestiones vinculadas al
sistema froebeliano; material didáctico; juegos; cuestiones de psicología y prácticas
de inglés; también existe documentación sin analizar ni catalogar, material
fotográfico, y otros aportes sin dimensionar, aún, como el de la Asociación de
Padres.
Sarah Eccleston se retira del establecimiento en 1897, bajo la dirección de
Leopoldo Herrera, continuador de Torres. Fue la última maestra norteamericana, “la
última golondrina”, hubiera podido decir Sarmiento, en dejar la Institución para
radicarse en Buenos Aires.
La Normal de Paraná fue, entonces, un punto clave en la definición de lo
que hoy es un Jardín de Infantes, y de lo que hoy es la cultura escolar
argentina…
Sin duda (aporta la Lic. Rudminsky, miembro del equipo de la Prof. Fernández
Doux), proponiendo un nombre de la protohistoria científica: El Dr. Juan Bautista
Ambrosetti vivió seis años en Paraná, vinculado al flamante Museo de Entre Ríos.
Nunca perteneció al plantel profesoral de la Escuela, como tampoco Florentino
Ameghino (el destacado teórico del Museo), pero, indudablemente, ambos tenían
mucho que ver con la Escuela, dada la amistad intelectual con Pedro Scalabrini
(promotor de la fundación del Museo), uno de los introductores y difusores más
reconocidos del positivismo normalista, padre del escritor y ensayista Raúl
Scalabrini Ortiz. Este tipo de relaciones muestra cómo la Escuela, como institución
enclavada en un ambiente que tenía sus resabios en lo que había sido la
Confederación Argentina (hasta 1861), reunió un importante mundillo intelectual al
que, luego, se agregarán las educadoras norteamericanas y, todo ello, configura a
la institución como un espacio cultural muy trascendente. Por aquí supo frecuentar
el abuelo de Borges… y tantos otros que vivieron por esos años en Paraná, y sobre
los que los documentos nos cuentan…
En cuanto a la tarea sobre los documentos, Lic. Rudminsky, ¿podría
relatarnos algunos pormenores de interés?.
La Escuela Normal tiene su Archivo, en sucesivos avances de organización, desde
agosto de 2003, a partir de la participación de la Escuela de Archivística que, hoy,
al igual que la Escuela Normal, pertenece a la UADER. Bajo el permanente apoyo de
la Prof. María Patricia Buselli _ Rectora de la Institución _, alumnos de la carrera,
con el asesoramiento de la Prof. Liliana González _ a cargo de la cátedra “Práctica
Archivística”, se ha venido procediendo a la localización del material, a su limpieza,
y a un primer avance en el proceso de catalogación, en el sentido de ubicar
distintas series documentales, cotejando teoría y práctica archivísticas, para
facilitar, con su trabajo, el de los investigadores.
Con nuestro equipo, trabajamos en forma sostenida en ese material, con una
inserción institucional que surge de un acuerdo entre los directivos de la Escuela
Normal y el Área de Reconversión y Capacitación Docentes de la UADER _ donde
nos desempeñamos, como parte del equipo técnico a cargo de la Prof. Olga Dive de
Fontana _.
Comenzamos con un Programa, al que llamamos “Sembradores de Futuro”,
previsto para el trienio 2004-2007, con una serie de Proyectos tales, como los que
se centran en la revisión de las distintas series documentales sobre ciertos
períodos que nos interesan.
El propósito es llegar a una escritura de la Escuela Normal, a partir de sus
propias fuentes; pero, a la vez, nos proponemos recuperar el registro oral, es decir,
los distintos aportes que aún pueden hacer los protagonistas que han tenido alguna
relación con la Escuela, ya sea desde la conducción, la docencia, la Asociación
Cooperadora, etc.
Otro de nuestros Proyectos se titula “Significando silencios”, el que apunta a
recuperar figuras que, por permanencia en el tiempo o por actividad descollante,
han sido significativas y merecen ser revisadas, miradas, nuevamente. No se trata
sólo de desempolvar papeles viejos, sino de revisar la historia en lo que los
documentos nos pueden decir de ella, para resignificar aportes que sean útiles a la
Escuela ( y a la educación) de nuestros días. Repensarse, renovarse, sin olvidar
aquellas raíces que hicieron de la Escuela Normal de Paraná, un laboratorio de
ideas y realizaciones, que se dispersaron por toda la geografía nacional.
Norma Fernández Doux. Creemos importante sostener esto para que, así como
Uds. se acercaron a averiguar sobre estos temas de interés, puedan seguir
haciéndolo todos los que lo demanden, a modo de Extensión, una de las funciones
de la Universidad, por otra parte. Han llegado aquí investigadores de distintas
partes del mundo para realizar tesis de licenciaturas y doctorados, basándose en
nuestros documentos; tal es su valor. Permanentemente, viene gente, y no sólo
desde el interés académico, sino, también, porque estos objetos y los sujetos que
ellos contienen están, aún, en el afecto de muchos. Se acercan espontáneamente, y
aportan recortes de diarios de época, fotografías, documentos; dejan sus recuerdos
grabados, y se emocionan reconociéndose deudores de la formación lograda en la
Institución. En el año 2006 celebraremos, Dios mediante, los 120º Años de la
creación del Kindergarten Normal, así como el año anterior (2004) hicimos lo propio
con los 120º años del primer Jardín de Infantes de Sudamérica, con características
distintivas, cuya Dirección está a cargo de la Prof. Ana María Chieno de Gomiero.
Como ven, toda una trayectoria a repotenciar, construyendo, sembrando, desde el
Nivel Inicial, las semillas, en los surcos abiertos de la Patria. “Semper et ubique”

NORMA FERNÁNDEZ DOUX. Profesora en Filosofía y Pedagogía por el Instituto
Superior del Profesorado del Paraná, con formación de grado en la Universidad
Autónoma de Entre Ríos. Investigadora especializada en temas de Historia de la
Educación Argentina, particularmente, Normalismo Paranaense. Se desempeña,
actualmente, en el Área: Reconversión y Capacitación Docentes. Rectorado.
UADER.

STELLA MARIS GOUDARD DE RUDMINSKY. Profesora y Licenciada en Letras
Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba. Miembro del equipo de
investigación que coordina la Prof. Norma Fernández Doux, con actual desempeño
en el Área: Reconversión y Capacitación Docentes. Rectorado. UADER.

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